miércoles, septiembre 28, 2016

No llorar, Lydie Salvayre


Premio Goncourt. Trad. Javier Albiñana
Anagrama, Barcelona, 2015. 224 pp. 16,90 €

Pedro M. Domene

La bibliografía sobre nuestra Guerra Civil resulta abrumadora, excesiva y, en ocasiones, tan repetitiva como estereotipada. Lydie Salvayre (Autainville, 1948) consigue el Premio Goncourt por No llorar (2015), una novela que no se parece, salvo por el momento histórico, a ninguna otra visión sobre la contienda española, y se aleja del riesgo de aburrir a quienes hayan profundizado en el tema. ¿Por qué esta historia no nos recuerda a ninguna otra? Sin duda, por la perspectiva escogida entre otros aciertos, y porque no cae en tópico de contar el episodio aislado de una familia obligada al exilio en el país vecino tras la derrota en el 39. Admirable el desarrollo y el diálogo, con un atento intermediario, quien al mismo tiempo completa la historia ajena, entre la narradora y su hija, y además se identifica como un célebre escritor, famoso por su panfleto Los grandes cementerios bajo luna (1938); la primera en contar su experiencia, la madre de la autora, una anciana, que vive sus años juveniles y el comienzo de la guerra en un pueblecito leridano, y convierte a la hija en narradora del libro; el segundo, el católico francés Georges Bernanos, y su fugaz estancia en Mallorca,
La madre nonagenaria de Lydie Salvayre cuenta a la hija sus vivencias en aquel verano de sus quince años, a la sombra de libertad, fraternidad, revolución y anarquismo, y su fugaz escapada a una Barcelona efervescente de comienzos de julio del 36. Una vez allí, Montse se siente fascinada por los acontecimientos que se suceden en la ciudad, conoce a un francés, que acaba de enrolarse para defender la República, y queda embarazada tras una noche de amor; nada más sabrá de él, así que vuelve al pueblo para ocultar su pecado, y entonces se casa con, Diego, el jefe comunista local, defensor sin reservas de la Unión Soviética; del otro lado, en mitad de esta conversación, el fantasma de Bernanos, instalado en Mallorca, disiente pronto de las ideas del bando nacional, por las que al comienzo se había sentido atraído, hasta que presencia la sangrienta represión franquista en la isla, y decide volver a su país.
Salvayre hilvana dos visiones muy distintas, una ficción novelada o una crónica de esa revolución social y familiar, las Comunas de Aragón y la insurrección en Cataluña con la liquidación de trotskistas y anarquistas por orden de Stalin, y la victoria final fascista y su feroz represión. La narradora transcribe la historia de su madre, de su tío libertario y de su futuro padre, un joven estalinista, en una España roja que se debatía entre guerra y revolución, entre la libertad y la represión; todo en medio de mil contradicciones políticas y sociales, y con ello pretende devolverle la ilusión a su madre, y constatar que personajes como Bernanos, intelectual y comprometido, negaron la cruzada franquista y así convierte ambos testimonios en un curioso alegato en contra de la crueldad humana, y deviene su texto con un curioso lenguaje, que se completa con un acertado tono lírico.

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