viernes, septiembre 20, 2013

Librerías, Jorge Carrión

Anagrama, Barcelona, 2013. 344 pp. 19,90 €

Fernando Ángel Moreno

La trayectoria ensayística de Jorge Carrión ha venido marcada tanto por el propio interés de sus temas como por la mirada personal sobre ellos. Es decir, el amor y la poeticidad con la que afronta sus experiencias se funden con el acercamiento a cuestiones que interesan especialmente a ciertos sectores, como los viajes o las teleseries. En mi opinión, en estos ensayos no solo sabe acertar con la retórica lírica. Además lo hace con una lucidez poco común para analizar las características más relevantes de lo que observa. Sin embargo, el interés –como en cualquier otro ensayo− depende en gran medida de los intereses del lector.
El tema de este Librerías, finalista del Premio Anagrama de Ensayo, costaría entender que no interese a casi todos los lectores de estas líneas. Pues la propuesta de Carrión parte de un amor que presupongo en todos los que disfrutamos de los libros: el que sentimos por nuestros rincones de adicción, de soledad y de recogimiento, donde detenemos el tiempo mientras disparamos nuestros deseos sobre el futuro (la aparición de los libros por leer) y los recuerdos del pasado (el encuentro con libros ya leídos). Porque en este texto lo que nos presenta Carrión en este texto es LA definición de «librería». Una definición de 342 páginas.
A lo largo de ellas se profundiza en el concepto de librería desde muchos de los puntos de vista posibles o, al menos, de los más inmediatos. Algunos están en nuestro imaginario colectivo; muchos otros resultan fascinantes por su evidencia inesperada. Nos enseña, así, la historia de la librería como concepto, desde sus orígenes. También nos recuerda su función en la creación artística.
Aunque se trabaja la librería como ente abstracto y como espacio de cualquier librero (¡cómo ha cautivado vidas en sus guaridas de papel!), también se defiende su importancia en la vida cultural en todo el planeta. La selección de librerías con que ejemplifica todo ello es tanto objetiva (antigüedad, tamaño, relevancia local o histórica) como subjetiva (los propios enamoramientos del autor). Al fin y al cabo, como nos cuenta, Carrión lleva años recogiendo tarjetas y guardando fichas de las librerías que ha ido conociendo en sus múltiples viajes. Así podemos conocer las librerías más grandes del mundo y algunas que sufrieron especial persecución durante dictaduras; las que él disfrutó por sus experiencias personales y las que se han convertido por su propia arquitectura y decoración en obras de arte.
Además nos ofrece la vinculación de la librería con su ciudad, como en la digresión (para mí interesantísima) acerca del Tánger de tantos escritores del siglo pasado o la manera en que ciertos establecimientos se han identificado con nombres como París o Nueva York.
De un modo similar, a través de la importancia del libro como objeto y como aura y como función y como sentimiento, nos cuenta la relación de librerías y libros con personajes históricos. Fascinantes son los viajes por la vida de Hitler, Castro o Mao, pero especialmente imprescindible es el viaje vital con Salman Rushdie a través de la pertinente vinculación entre libro, autor, ficción, ideología, sociedad y mundo.
No obstante todo esto, si bien este libro había sido disfrutable en cualquier momento histórico (qué bonito habría sido un relato de ciencia ficción en pleno siglo IV a.C. sobre estas tiendas del futuro), hoy adquieren una pátina especial. Pues ¿quién no leerá estas líneas con un regusto crepuscular, como canto del cisne de lo que, para muchos de nosotros, ha sido siempre el mejor de los espacios públicos? ¿Cuántos de nosotros tememos que este libro se convierta en un ensayo de sociología histórica, cuando ya no podamos acudir a nuestro librero con nuestras confidencias culturales, con nuestras consultas íntimas sobre lecturas aún no descubiertas?
Lo que consigue Carrión con su lucidez (una de las mayores y más cultas de la intelectualidad español actual), en mi opinión, es que entremos en su libro como lo hacemos en una librería. Nos sumerge en un laberinto, tan racional como todos los laberintos, de posibilidades de lecturas y de diálogos a través de Jorge Carrión que, solo durante unos cientos de páginas, se convierte en nuestro librero, presentando las librerías como opciones de lectura.

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